In a climate of uncertainty about the debt crisis, the European markets plummet again
Una ola de pánico arrasó las bolsas europeas. La crisis económica, el desempleo estadounidense, los problemas de Grecia y la crisis de la zona euro llevaron a una caída que se profundizó tras la dimisión Jürgen Stark, economista jefe del Banco Central Europeo (BCE), hombre de la alemana Angela Merkel y uno de los halcones de la entidad que se va porque el banco está ayudando a Italia y a España comprando sus bonos en el mercado secundario.
Mientras se reunían en Marsella los ministros de Finanzas del G7 para intentar, sin muchas esperanzas, acordar qué hacer contra la crisis, el euro perdía pie frente al dólar y los mercados se hundían sin control.
Atenas tuvo que emitir un comunicado negando los rumores que hablaban ayer de un default inminente y la zona euro mostró sus fuertes divisiones: desde Holanda ya se pide abiertamente que Grecia, si no es capaz de cumplir con lo que se le exige, sea expulsada del euro. Y Alemania ya estaría preparando un plan para proteger a sus bancos y aseguradoras ante una quita del 50% de la deuda helena.
En un día ya tenso, la dimisión de Stark desató el pánico en las bolsas: París cayó un 3,60%, Frankfurt un 4%, Milán un 4,93%, Londres un 2,35% y Madrid un 4,44%. El euro caía al cierre de los mercados europeos hasta 1,367 dólares, su nivel más bajo desde febrero, y España volvía a ver subir el diferencial de sus bonos a 10 años con los alemanes hasta los 338 puntos básicos. Para Italia ya eran 363 puntos más.
Los bancos fueron los que se llevaron la peor parte. Los alemanes Commerzbank y Deutsche Bank perdieron, respectivamente, un 8,69% y un 7,25%. En Madrid, el BBVA se dejó un 6,62% y el Santander un 5,62%. Los franceses Société Générale perdió un rotundo 10%, Credit Agricole un 8,48%, BNP Paribas un 7% y Natixis un 7,49%. La aseguradora AXA cayó un 8,15%. No ayuda a los bancos que la directora del FMI, la francesa Christine Lagarde, lleve semanas exigiendo a los europeos que "recapitalicen de urgencia" su sector bancario.
En Europa ya todo parecen desacuerdos. Según la prensa griega advertía, si Atenas no recibe el sexto tramo del primer plan de rescate y la aprobación del segundo plan, dejará de pagar salarios y pensiones en octubre. El segundo plan de rescate no llegará hasta que todos sus socios de la Eurozona den su aprobación parlamentaria. Para que Grecia evite el default, deben hacerlo este mes, pero no se puede dar por hecho mientras haya gobiernos que pidan garantías bilaterales -como Finlandia- o directamente que se castigue con la expulsión de la zona euro a quienes no acepten aplicar lo que se les dicte desde Bruselas, como pidió ayer oficialmente Holanda.
Nadie en Bruselas se cree ya que Grecia sea capaz de reducir déficits y deuda pública sin una quita importante a la vista de que su economía puede cerrar el año cayendo a tasas del 7%, congelada por unos planes de ajuste que parecen los caballos de Atila. Grecia ya tiene que ofrecer un 55,91% por sus bonos a dos años, prueba de que los inversores descuentan el default.
La cacofonía llega ya al disparate. El comisario europeo de Energía, Günther Öettinger -otro hombre de Merkel- propuso, en una entrevista con el diario sensacionalista alemán 'Bild' que la UE envíe funcionarios a Atenas para que estos apliquen las reformas y ajustes que se exigen al gobierno heleno.
Estos funcionarios, según Öettinger, "podrían trabajar sin hacer caso a las resistencias y acabar con los derroches”. “Quien reclama solidaridad de los demás Estados, debe estar dispuesto a ceder parte de sus responsabilidades por un tiempo", agregó. Es decir, funcionarios europeos que sustituyan "durante un largo plazo de tiempo" a las autoridades helenas, elegidas democráticamente.
La otra propuesta de Öettinger roza el esperpento. El comisario pretende "hacer que las banderas de los países que pecan con la deuda ondeen a media asta ante los edificios oficiales de la UE. No sería más que una medida simbólica, pero tendría efectos aterradores". La Comisión Europea tuvo que decir ayer que las opiniones de los comisarios no reflejan el sentir oficial del Ejecutivo comunitario.
La frase terminante la puso Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán. "Comprendo que haya resistencias del pueblo griego a las medidas de austeridad, pero, al final, Grecia debe decidir si puede cumplir las condiciones necesarias para formar parte de la moneda común", disparó.
La Comisión Europea repitió ayer lo que dicen los tratados como si de las sagradas escrituras se tratara: "La participación en la zona euro es irrevocable, los tratados no permiten ni salirse ni ser expulsado de la unión monetaria". Nadie duda del efecto dominó por el que, después de Grecia, la especulación caería sobre Irlanda, Portugal, Italia, España.