Alguna vez Julio Cortazar dijo que “la novela gana por puntos mientras que el cuento gana por nocaut”. Entonces, Omar Narváez (35-0-2, 19 KO), ese narrador de los rings, no se cansa de escribir novelas. Porque esta madrugada derrotó por puntos, en fallo unánime, al retador William Urina (17-2-0, 14 KO) y retuvo así por tercera vez la corona mundial supermosca OMB . ¿Las tarjetas? Luis Doffi 117-110, Ignacio Robles, de Panamá, 117-110 y Luis Romio 117-110.
Ante la atenta mirada de miles de personas –con la presencia excluyente de Evander Holyfield en el ringside–, Narváez ganó pero no brillo.
Urina fue un digno retador y lo complicó más de lo pensado .
El combate había arrancado más más difícil de lo que se preveía. Porque de los tres primeros rounds, Narváez perdió el segundo, donde sufrió una derecha de Urina, que le hizo sangrar la nariz. Era una pelea cerrada. El campeón, para colmo, no se podía meter bien adentro, en la zona de fuego , para dejar su sello.
Urina, en tanto, sacaba ventajas con su alcance y con su jab derecho que marcaba la (larga) distancia y el tiempo .
Urina, luego, abusó de los golpes bajos, tanto que el árbitro Roberto Ramírez le llamó la atención cuatro veces.
Y a la quinta infracción, en el sexto round, le descontó un punto. Narváez, a partir de entonces, empezó a imprimir su ritmo y velocidad. Pero sólo llegaba con voleados. Le costaba quebrar la cintura. No era el mismo de siempre y sólo se llevó la quinta vuelta.
La pelea iba ganando en emoción. Porque Narváez, con su astucia y dominio psicológico, boxeaba en el detalle, con pasos laterales y visteos. Anticipaba y combinaba. Era un presagio de lo que estaba por venir. En el octavo llegó lo mejor. Narváez recibió un derechazo furibundo de Urina que impactó de lleno en su humanidad.
Y asimiló el cimbronazo . Su físico soportó la mano y respondió con su música:una andanada de golpes a toda orquesta, que entusiasmó a todos.
Poco le importó esto Urina, un rival incómodo, zurdo, alto y con escuela. A esta altura, ya en la novena vuelta, Urina se plantaba y no respetaba al campeón. La contienda era para Narváez, es cierto, pero por el canto de una uña . De todos modos, el Enano cerró la velada a lo grande, con coraje, yendo al frente y ganando la segunda mitad de los últimos tres asaltos.
Fue en esa parte final cuando Narváez conectó un gancho izquierdo que paralizó los sueños del colombiano . En el duelo de zurdas, Narváez intentó toda la noche romper la defensa del retador. Ese 1-2, sin embargo, no tuvo la potencia suficiente para noquear a Urina.
En la otra pelea de fondo, Yésica Bopp (16-0-0, 7 KO) retuvo las dos corona mundial mosca OMB y AMB con un KOT 9 a la mexicana Yesenia Castrejón (9-7-0, 8 KO).
Esta madrugada, antes de pelear, Narváez dijo: ”Soy el mejor boxeador argentino”, Y no alardeó. Porque la verdad está en sus manos. Narváez sigue escribiendo historias con los puños cerrados.